FRANCISCO MIEDES

07/04/2014

MEDIO

NO

Dice la leyenda que, en tiempos remotos, en medio de un frondoso pinar, brotó una fuente de agua pura, fresca y cristalina. Un ruiseñor venía todos los días a deber y embellecía con sus trinos el ya de por sí romántico paisaje. Pasaron los días. El ruiseñor acudía puntualmente, varias veces al día, a saciar su sed en las cristalinas aguas de la fuente, que mansamente fluía sin romper la armonía del idílico paisaje del Puerto. Con la llegada de primavera, el caudal de la fuente fue aumentando y sus aguas se convirtieron en un agradable canto que susurraba, cada vez con más fuerza, agradables melodías acuáticas. El ruiseñor, mosqueado por la competencia "musical" que le hacía la fuente con su hermoso canto, dejó de acudir temporalmente a la cita diaria para saciar su sed: el rumor del agua cantarina era superiora sus trinos. Y se puso muy triste. Vio también que pastores y leñadores se acercaban a la fuente ignorando la presencia del ruiseñor y sus antes encantadores trinos. Envidioso del nuevo cantar del agua de la fuente, dejó de acudir definitivamente a la cita. El ruiseñor había muerto de tristeza. NOTA: De ahí viene el nombre completo de la fuente, llamada del Canto del ruiseñor, aunque ahora se la conozca por "Fuente el Canto". Es actualmente la más famosa y visitada por turistas y veraneantes. JARQUE DOMINGO, Víctor: La Cripta y otras historias de Bronchales, Valencia, 2010, páginas 112-113

BUENA

Animales silvestres y ganado vacuno.

PINO SILVESTRE